Tenías el mundo a tus pies y ahora
no hace más que pesar en tu conciencia. Hablabas de viajar a países
desconocidos y ahora la que ni se conoce eres tú. Soñabas con
romper todos los esquemas y barreras, y ahora lo único que está roto son tus
propios sueños. Nunca has sido la más valiente, pero aún así eras la única que
no temía a la muerte, no te importaba, te era indiferente. La chica que siempre
ayudaba e intentaba hacer que los demás se sintieran mejor, esa chica a la que
ya no le quedan fuerzas ni para levantarse de la cama y que se pasa las horas
pensando y ahogándose sumergida en recuerdos y deseos que no se cumplirán. Ya
no salen las palabras adecuadas, no consigues entrelazarlas para que construyan
la magia que solían tener, esas letras han quedado atrapadas, mezclándose con
la preciada agua salada que tus orgullosos ojos no dejan escapar. “¿Para qué
seguir?” te preguntas mientras escribes textos en segunda persona para usarlos
como venda y así no poder ver que todos los “tú” en realidad no son más que “yo”.
Necesito una de estas todos los días, estoy llorando
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