viernes, 16 de diciembre de 2011

Tu sabiduría y mis miedos juntos en una lata de sardinas.

Descolgó la chaqueta y colgó su vergüenza. Salió a la calle con ganas de saborear el cielo y de llenar su cabeza de sonidos reales y palabras sinceras. Se comportaba como si hubiera pasado años encerrada, y en parte así era, había estado encerrada en su caparazón de llantos y noches frías. Tanto tiempo estuvo secuestrada por ella misma que se había olvidado de cómo respirar profundo, coger aire y soltarlo de golpe dejando solo una sonrisa en su rostro. Con los brazos entumecidos de abrazar las sábanas de su cama expulsó todos los días de sollozos y se sintió libre. Lo necesitaba, ya no iba a poder aguantar ni un solo minuto más esa niebla que invadía su cabeza, niebla que se condensaba en lágrimas malgastadas. Salió a la calle, para no volver a entrar, sabiendo muy bien lo que quería y que nunca iba a volver a dejarse caer.
"Se fuerte, sonríe, y hazlo por ti."