domingo, 28 de octubre de 2012

Precioso



Ya no vive, solo depende. Ya no sueña, simplemente piensa. 

La vida es difícil, eso ya lo sabemos de sobra, cada paso que damos tiene sus consecuencias, buenas y malas. Nuestras acciones nos definen y nuestra forma de pensar nos mata. Solo necesito ver algo de positividad en tus ojos, descubrir que me crees, aunque sea solo un poco, cuando te digo que todo va a estar bien. Yo confío en ti, sé que con el tiempo todo pasa y que nada es para siempre, la experiencia me lo ha demostrado. Algunas cosas duran más que otras, pero ya sabes que estoy aquí para ayudarte, para sostenerte cuando creas que no puedes más, porque para mí ese es el significado de la palabra amistad. Tú puedes, lo sé, eres más fuerte de lo que crees.

Ya van tres intentos para escribir esto, pero lo que pasaba es que no me había dado cuenta de que debía dejar de escribir sobre ti para escribirte a ti.

martes, 23 de octubre de 2012

Pensar no trae más que problemas




Tenías el mundo a tus pies y ahora no hace más que pesar en tu conciencia. Hablabas de viajar a países desconocidos y ahora la que ni se conoce eres tú. Soñabas con romper todos los esquemas y barreras, y ahora lo único que está roto son tus propios sueños. Nunca has sido la más valiente, pero aún así eras la única que no temía a la muerte, no te importaba, te era indiferente. La chica que siempre ayudaba e intentaba hacer que los demás se sintieran mejor, esa chica a la que ya no le quedan fuerzas ni para levantarse de la cama y que se pasa las horas pensando y ahogándose sumergida en recuerdos y deseos que no se cumplirán. Ya no salen las palabras adecuadas, no consigues entrelazarlas para que construyan la magia que solían tener, esas letras han quedado atrapadas, mezclándose con la preciada agua salada que tus orgullosos ojos no dejan escapar. “¿Para qué seguir?” te preguntas mientras escribes textos en segunda persona para usarlos como venda y así no poder ver que todos los “tú” en realidad no son más que “yo”.

domingo, 21 de octubre de 2012

Bolígrafo en mano. Edgar Allan Poe en mente.


Salió de su casa un poco más tarde de que de costumbre.
Ella vivía en una casita que a la mayoría le podría parecer antigua, la casa estaba situada en un bosque de altos cipreses que se encontraba a las afueras de la ciudad, pero ella lo prefería así, le gustaba la soledad de la noche y durante el día, el trinar de los pájaros le parecía la mejor compañía. Todas las tardes cruzaba el viejo bosque para ir a visitar a su madre.
Aquel día mientras caminaba por el bosque la noche se le echó encima, su lugar favorito en el mundo era ahora un sitio lúgubre y oscuro, nunca había estado por allí a esas horas. Creía conocer el bosque mejor que su propia casa pero en esos momentos todo parecía distinto, nunca hubiera imaginado que los bellos y altos cipreses le recordarían al cementerio donde, de niña, enterraron a su padre. De repente una docena de puntos brillantes aparecieron a su alrededor, eran luces intermitentes, seguramente ojos. Se sentía como una extraña en su propio hogar. Lo que ella llamaba "el silencio de la noche" le molestaba ahora más que el bullicio de la ciudad, se concentró en encontrar algún sonido que rompiera ese vacío pero fue aún peor, el susurro del viento entre los árboles le parecían voces y los pequeños roedores correteando por la hierba le sonaban como si alguien estuviera andando de puntillas vigilándola. Cada segundo se le hacía eterno, incluso llegó el momento en el que creyó escuchar el tic-tac de un reloj. En aquella larga y angustiosa noche le pareció oír y ver cosas que no eran más que fruto de su imaginación. Después de intentar huir de todo lo que la atormentaba y encontrar el camino de regreso a casa decidió que simplemente se había vuelto loca y se dejó caer sobre la hierba húmeda sin fuerzas para intentar escapar de lo que ya sabía que no estaba allí de verdad.
A la mañana siguiente todo volvía a ser normal, los pájaros trinaban, la ciudad se despertaba a lo lejos y ella se volvía a sentir como en casa. Encontró fácilmente el camino de vuelta a su anticuado hogar dispuesta a hacer cualquier cosa para distraerse y así poder demorar la visita diaria a la tumba donde su difunta madre llevaba un año esperando a que ella consiguiera cruzar el bosque de locura y soledad en el que caía cada noche desde que su madre la dejó.