domingo, 30 de enero de 2011

Edgar, maravillosa mente pertubada

Y entonces suena el reloj de ébano en el salón de terciopelo. Y por un momento todo se aquieta, todo se calla salvo la voz del reloj. Los sueños quedan congelados y estáticos. Pero el eco de las campanadas se apaga -no han durado sino un instante- y una risa leve, a medias reprimida, queda flotando tras él. Y surge de nuevo la música, y viven los sueños, y se revuelven de un lado a otro más alegres que nunca, teñidos por las ventanas multicolores por las que penetra el resplandor de los trípodes. Edgar Allan Poe, La Mascara de la Muerte Roja.

1 comentario:

  1. Mi madre también es Aries, creo que en lo único en lo que se lo noto es en su pelo naranja zanahoria, el mismo color del que me he puesto tras ver tu comentario.
    Es sólo empezar, poquito a poquito, y te acaba enganchando...

    Por otra parte, Edgar es sublime. Y tú, escribes bien, por lo poco que he leído.

    Muá

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